Justo después de Navidad, la Iglesia Católica recuerda a su primer mártir y a uno de sus primeros diáconos, San Esteban. Los católicos romanos celebran su fiesta el 26 de diciembre, mientras que los católicos orientales lo honran un día después.
En los Hechos de los Apóstoles, San Lucas alaba a San Esteban como «un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo», que «hizo grandes maravillas y señales entre el pueblo» durante los primeros días de la Iglesia.
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Vida y obra de San Esteban
La historia de Lucas del período también incluye la conmovedora escena de la muerte de Esteban – de la que San Pablo fue testigo antes de su conversión – a manos de aquellos que se negaron a aceptar a Jesús como el Mesías judío.
Esteban mismo era un judío que muy probablemente llegó a creer en Jesús durante el ministerio del Señor en la tierra. Él pudo haber estado entre los 70 discípulos que Cristo envió como misioneros, quienes predicaron la venida del reino de Dios mientras viajaban con casi ninguna posesión.
Este espíritu de desprendimiento de las cosas materiales continuó en la Iglesia primitiva, en la que san Lucas dice que los creyentes «tenían todo en común» y «vendían sus posesiones y bienes y distribuían las ganancias a todos, según las necesidades de cada uno».
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Pero esa caridad radical se topó con el conflicto cultural entre judíos y gentiles, cuando un grupo de viudas griegas se sintieron desatendidas en sus necesidades en comparación con las de origen judío.
La reputación de santidad de Esteban llevó a los apóstoles a elegirlo, junto con otros seis hombres, para ayudarlos de una manera oficial y única cuando surgió esta disputa. A través del poder sacramental que Cristo les dio, los Apóstoles ordenaron a los siete hombres como diáconos, y los pusieron a trabajar para ayudar a las viudas.
Como diácono, Esteban también predicó acerca de Cristo como el cumplimiento de la ley y los profetas del Antiguo Testamento. Incapaz de refutar su mensaje, algunos miembros de las sinagogas locales lo llevaron ante sus autoridades religiosas, acusándolo de intentar destruir sus tradiciones.
Vida y obra de San Esteban en resumen
Esteban respondió con un discurso registrado en el séptimo capítulo de los Hechos de los Apóstoles. Describió la resistencia de Israel a la gracia de Dios en el pasado, y acusó a las autoridades religiosas actuales de «oponerse al Espíritu Santo» y rechazar al Mesías.
Antes de ser ejecutado, Esteban tuvo una visión de Cristo en gloria. «Mirad,» le dijo al tribunal, «Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre parado a la diestra de Dios.» El consejo, sin embargo, arrastró al diácono y lo apedreó hasta matarlo.
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«Mientras apedreaban a Esteban, él oró: «Señor Jesús, recibe mi espíritu», dice San Lucas en Hechos 7. «Entonces se arrodilló y gritó a gran voz:’Señor, no les eches en cara este pecado'». Cuando dijo esto, murió». El primer martirio cristiano fue supervisado por un fariseo llamado Saulo -más tarde Pablo, y aún más tarde San Pablo- cuya propia experiencia de Cristo lo transformaría en creyente, y más tarde en mártir.